Los almuerzos en mi casa siempre han sido familiares. Sobre todo los domingos, en donde los 5 comemos y comentamos lo que ha sido nuestra semana. Ese almuerzo fue, en particular, muy tenso e incómodo. Nos habían interrumpido en nuestro ensayo y mis hermanos estaban de buen humor esa mañana, lamentablemente lo mío no era igual. Odiaba que me hablaran cuando estaba ensayando. También odiaba que mi padre llegase y nos dijera que "Dejásemos de meter ruido". No era ruido lo que hacíamos. Se llama música. Buena música. Hay muchos estilos de música y cada cual tiene su gracia. Mi padre nos dijo en la mesa:
- De ahora en adelante van a tocar a las horas que nosotros les digamos. No quiero que sigan metiendo más ruido a horas que quiero silencio.
Mi hermano mayor dijo:
- Lo siento papá, pero estábamos tocando. Y nos entretiene. ¿Por qué nos vas a quitar algo que nos gusta hacer?
- Sí papá. Nada que ver que digas eso. Si te molesta que toquemos, ¿Para qué nos compraste los instrumentos? - Dijo Andrés, mi hermano menor.
- No es que no me guste que toquen - Dijo papá - Es esa música que tocan. Si son puros tarros. No entiendo qué le ven.
Me dieron ganas de hacerlo callar. El Rock es la música más grande del mundo y la que abarca más estilos distintos. Odio que se metan con mis gustos musicales. Le dije a mi papá:
- Te aguantas, no más. Mala suerte. Esto es lo que nos gusta hacer. Espero que vayas a vernos a la tocata de la próxima semana por lo menos.
- Momentito, cabrito. No me levantes la voz. - dijo mi papá, con bastante molestia - Yo les compré instrumentos para que toquen en casa, no en tocatas. Ese es el primer camino a las drogas, el alcohol y además a las prostitutas.
- Ya te pusiste cuático, viejo. - Dijo inmediatamente Fernando, con un tono de risa en sus palabras - Si nosotros no vamos a caer en eso. Solo vamos a disfrutar de la música. Es para la gente, no para nosotros.
- Eso dicen todos, hijo. Pero hasta que no tienen una línea de coca en frente es fácil hablar.
- Papá, en las tocatas no se mueve droga. Yo nunca lo he visto y ya he ido a muchas. - Fernando se notaba más serio. - Tú nos has educado bien como para no caer en esas cosas.
- Hijo no es eso. Son las tentaciones las que matan a la persona.
- Yo sé papá, pero de verdad estate tranquilo.
- Aunque me digas eso, Fernando, no les voy a dar permiso para tocar allí. No me importa cuánto lo hayan esperado. No van a ir.
- ¡Pero, papá! ¿Qué te pasa? De verdad que no va a pasar nada.
- No insistas, Andrés, porque no van a ir.
Mi padre siempre había sido así. Muy conservador para sus cosas y yo ya veía venir esta negativa de parte suya. Es por eso que ni siquiera me metí en la conversación. Ya lo intuía. Debíamos idear un plan para poder ir a tocar. Terminamos de comer, nos levantamos de la mesa y fuimos a la pieza donde teníamos los instrumentos.
Fernando tenía 19 años. Entraba a la Universidad al terminar verano y ya no tendría tiempo para nosotros al estar allí, pues los estudios serían arduos durante ese primer año de derecho. Él alzó la voz y nos dijo:
- Hay que convencer al papá. Déjenme hablar con él, yo voy a tratar de convencerlo de que vaya a vernos para que sepa que no es tan así la cosa. - Mi hermano se tenía fe, pero yo le dije:
- Feña, hay cosas que el viejo no tranza. Ni cagando nos va a dejar. Hay que idear un plan no más para ir sin que sepa.
- No quiero engañarlo. Igual voy a hablar con él.
- Puta que eris porfiado. - Yo sabía y tenía claro que mi viejo no iba a querer ir, pero tenía un mejor plan que luego se los explicaría. Solo me limité a decir:
- Ensayemos mejor cabros. Tenemos que tocar sí o sí. - Y comenzamos.
El día de la tocata haríamos un tributo. Era un mega evento en uno de los centros más emblemáticos de Concepción. Queríamos que todo saliera bien. Éramos solo tres los que nos distribuíamos las tareas. Fernando tocaba la batería. era el más grande y se cansaba mucho más lento, además los temas eran bastante complicados.
Aún a sus cortos 13 años mi hermano Andrés era un as del bajo. Tocaba temas a ojos cerrados y lo que haríamos le sentaría muy bien. Yo comencé a tocar guitarra a los 10 años y en estos 7 que llevo tocándola cada día descubro cosas nuevas en ella. Un pequeño efecto puede hacer una gran diferencia. Nos pusimos a la carga y comenzamos con el repertorio. Eran 19 temas y nos tocaba tributar a Megadeth, una banda que hacía poco se había presentado en Chile y queríamos hacer un listado de temas muy parecido a lo que Megadeth hizo en el concierto, pero con los temas que la gente reclamó que no se tocaron y sacando algunos que no eran tan importantes. Comencé diciendo:
- Partamos con "Take No Prisoners". Es más rápida y los dejamos locos desde el principio.
- Dale. - dijo Fernando - ¡1, 2, 3, 4!
Y comenzó el ensayo. Todo era perfecto. Se nos pasó volando el tiempo y cuando ya terminábamos teníamos muchas ganas de seguir tocando. Nada podía detenernos y ya sabíamos que todo sería espectacular. Pero faltaba la palabra de mi papá. Sabíamos que nos costaría convencerlo pero le dije a mis hermanos mi idea. Ellos aceptaron y como Fernando podía manejar y tenía su licencia, nada podría salir mal, a menos que a mi padre no le gustara la sorpresa.
El día del evento nos levantamos muy temprano. Los 3 habíamos dormido poco y mi padre no tenía idea de que ese día sería la tocata. Comenzamos a prepararlo todo y metimos los instrumentos en la camioneta de mi hermano. Los llevamos a la casa de un amigo de él que esa noche se presentaría a la tocata y volvimos a casa.
La hora del almuerzo ese sábado era la indicada para comenzar nuestro plan. Fernando le dijo a mi papá:
- Viejo, salgamos esta noche. Hace tiempo que no hacemos nada.
- No tengo muchas ganas, hijo.
- Ya pues, papá. Hace tiempo que no hacemos nada. Vamos a comer un completo y tomarnos una cerveza. ¿Qué te va a hacer eso?
- Bueno. Es verano. Igual hay que entretenerse en algo.
Todo había salido de acuerdo a mi plan. Mi papá había aceptado y mi hermano ya tenía los instrumentos en casa de mi amigo. Nosotros abríamos la tocata esa noche y debíamos estar antes que todos allí. A las 8 de la noche comenzaba y ya eran las 6 de la tarde. Nada debía salir mal. Andrés y yo nos fuimos a la casa de Javier, el amigo de Fernando, el cual nos llevó en su camioneta al centro donde sería el evento. Además llevábamos los instrumentos.
- Oye, Claudio. ¿Y el Feña? - me preguntó.
- Va a traer engañado a mi viejo. Ojala que le guste la sorpresa.
- Chuta. Ojala, o si no se va a enojar con ustedes por hartos días.
- Estoy seguro de que le va a gustar.
Llegamos por fin al anfiteatro. Todo estaba calculado y mi padre no tardaría en llegar. Ya eran las 7:30 de la tarde y apareció el Fernando.
- ¿Y? - le pregunte.
- Está afuera, ni se imagina lo que va a pasar.
Apareció entonces el productor del evento:
- ¿Están listos, cabros?
- Sí, estamos listos. - Dijo Andrés.
- Vamos a la prueba de sonido entonces.
La hicimos rápido pero sin dejar pasar ningún detalle. El micrófono debía sonar fuerte para poder controlar el tono de mi voz. Esperaba con ansias el momento de aparecer, pero estaba además muy nervioso. Se escuchó la voz por el alto parlante:
- Bienvenidos al cuarto evento Metalero del verano: "Heros Made Of Steel". - Todos aplaudieron muy fuerte y gritaron. El presentador continuó:
- Son 6 tributos a las mejores bandas de Rock del mundo. Comenzando la noche, una banda emergente formada solo por 3 chicos. ¡Atención! Tributando a las leyendas del thrash estadounidense, Megadeth, ellos son: ¡Mechanix!
Eran casi 5.000 personas aplaudiendo y vitoreando fuertes. Las luces se apagaron y comencé a tocar. "Take No Prisoners" era una canción que partía con una guitarra sola unos segundos y yo fui el encargado de abrir la noche con esos poderosos riffs de guitarra. Entramos saltando al escenario con Andrés, Fernando ya estaba en posesión de la batería y comenzó el espectáculo. Había cantado antes en el colegio, pero nunca había visto tanta gente pendiente de mi y de lo que hacía. Me encantó sentirlo y me dejé llevar tratando de hacerlo lo mejor posible. Nada podía salir mal. En medio del tema traté de divisar a mi padre. Luego de buscarlo logré verlo. Estaba muy cerca del escenario. Su expresión denotaba una impresión bastante grande. Era su hijo el que estaba cantando y sus otros dos los que lo acompañaban. Se levantó y comenzó a saltar con esos otros 5.000 metaleros, disfrutando cada nota de mi boca.
Fue una noche perfecta. Ni errores de sonido ni tampoco equivocaciones de mis hermanos. Todo había salido de acuerdo al plan. Bajamos del escenario y fuimos al encuentro con mi padre. Él llorando de la emoción nos dijo:
- Estuvieron increíbles. Perdónenme, por favor por no confiar en ustedes y hablar sin saber.
- Está bien papá. Todos hablamos sin saber a veces. - Dijo Andrés.
- No te preocupes, Viejo - dijo Fernando, sonriendo.
Nos abrazó y dijo:
- ¿Y cuándo tocan de nuevo? - Él no podía contener la emoción, pero nosotros tampoco, porque sabíamos que nuestro viejo había entendido lo que hacíamos. Se había disculpado y nosotros simplemente caminamos muy felices. Ese era el momento más feliz de mi vida, porque mi padre había entendido qué cosas eran importantes para mí.
*FIN*
- De ahora en adelante van a tocar a las horas que nosotros les digamos. No quiero que sigan metiendo más ruido a horas que quiero silencio.
Mi hermano mayor dijo:
- Lo siento papá, pero estábamos tocando. Y nos entretiene. ¿Por qué nos vas a quitar algo que nos gusta hacer?
- Sí papá. Nada que ver que digas eso. Si te molesta que toquemos, ¿Para qué nos compraste los instrumentos? - Dijo Andrés, mi hermano menor.
- No es que no me guste que toquen - Dijo papá - Es esa música que tocan. Si son puros tarros. No entiendo qué le ven.
Me dieron ganas de hacerlo callar. El Rock es la música más grande del mundo y la que abarca más estilos distintos. Odio que se metan con mis gustos musicales. Le dije a mi papá:
- Te aguantas, no más. Mala suerte. Esto es lo que nos gusta hacer. Espero que vayas a vernos a la tocata de la próxima semana por lo menos.
- Momentito, cabrito. No me levantes la voz. - dijo mi papá, con bastante molestia - Yo les compré instrumentos para que toquen en casa, no en tocatas. Ese es el primer camino a las drogas, el alcohol y además a las prostitutas.
- Ya te pusiste cuático, viejo. - Dijo inmediatamente Fernando, con un tono de risa en sus palabras - Si nosotros no vamos a caer en eso. Solo vamos a disfrutar de la música. Es para la gente, no para nosotros.
- Eso dicen todos, hijo. Pero hasta que no tienen una línea de coca en frente es fácil hablar.
- Papá, en las tocatas no se mueve droga. Yo nunca lo he visto y ya he ido a muchas. - Fernando se notaba más serio. - Tú nos has educado bien como para no caer en esas cosas.
- Hijo no es eso. Son las tentaciones las que matan a la persona.
- Yo sé papá, pero de verdad estate tranquilo.
- Aunque me digas eso, Fernando, no les voy a dar permiso para tocar allí. No me importa cuánto lo hayan esperado. No van a ir.
- ¡Pero, papá! ¿Qué te pasa? De verdad que no va a pasar nada.
- No insistas, Andrés, porque no van a ir.
Mi padre siempre había sido así. Muy conservador para sus cosas y yo ya veía venir esta negativa de parte suya. Es por eso que ni siquiera me metí en la conversación. Ya lo intuía. Debíamos idear un plan para poder ir a tocar. Terminamos de comer, nos levantamos de la mesa y fuimos a la pieza donde teníamos los instrumentos.
Fernando tenía 19 años. Entraba a la Universidad al terminar verano y ya no tendría tiempo para nosotros al estar allí, pues los estudios serían arduos durante ese primer año de derecho. Él alzó la voz y nos dijo:
- Hay que convencer al papá. Déjenme hablar con él, yo voy a tratar de convencerlo de que vaya a vernos para que sepa que no es tan así la cosa. - Mi hermano se tenía fe, pero yo le dije:
- Feña, hay cosas que el viejo no tranza. Ni cagando nos va a dejar. Hay que idear un plan no más para ir sin que sepa.
- No quiero engañarlo. Igual voy a hablar con él.
- Puta que eris porfiado. - Yo sabía y tenía claro que mi viejo no iba a querer ir, pero tenía un mejor plan que luego se los explicaría. Solo me limité a decir:
- Ensayemos mejor cabros. Tenemos que tocar sí o sí. - Y comenzamos.
El día de la tocata haríamos un tributo. Era un mega evento en uno de los centros más emblemáticos de Concepción. Queríamos que todo saliera bien. Éramos solo tres los que nos distribuíamos las tareas. Fernando tocaba la batería. era el más grande y se cansaba mucho más lento, además los temas eran bastante complicados.
Aún a sus cortos 13 años mi hermano Andrés era un as del bajo. Tocaba temas a ojos cerrados y lo que haríamos le sentaría muy bien. Yo comencé a tocar guitarra a los 10 años y en estos 7 que llevo tocándola cada día descubro cosas nuevas en ella. Un pequeño efecto puede hacer una gran diferencia. Nos pusimos a la carga y comenzamos con el repertorio. Eran 19 temas y nos tocaba tributar a Megadeth, una banda que hacía poco se había presentado en Chile y queríamos hacer un listado de temas muy parecido a lo que Megadeth hizo en el concierto, pero con los temas que la gente reclamó que no se tocaron y sacando algunos que no eran tan importantes. Comencé diciendo:
- Partamos con "Take No Prisoners". Es más rápida y los dejamos locos desde el principio.
- Dale. - dijo Fernando - ¡1, 2, 3, 4!
Y comenzó el ensayo. Todo era perfecto. Se nos pasó volando el tiempo y cuando ya terminábamos teníamos muchas ganas de seguir tocando. Nada podía detenernos y ya sabíamos que todo sería espectacular. Pero faltaba la palabra de mi papá. Sabíamos que nos costaría convencerlo pero le dije a mis hermanos mi idea. Ellos aceptaron y como Fernando podía manejar y tenía su licencia, nada podría salir mal, a menos que a mi padre no le gustara la sorpresa.
El día del evento nos levantamos muy temprano. Los 3 habíamos dormido poco y mi padre no tenía idea de que ese día sería la tocata. Comenzamos a prepararlo todo y metimos los instrumentos en la camioneta de mi hermano. Los llevamos a la casa de un amigo de él que esa noche se presentaría a la tocata y volvimos a casa.
La hora del almuerzo ese sábado era la indicada para comenzar nuestro plan. Fernando le dijo a mi papá:
- Viejo, salgamos esta noche. Hace tiempo que no hacemos nada.
- No tengo muchas ganas, hijo.
- Ya pues, papá. Hace tiempo que no hacemos nada. Vamos a comer un completo y tomarnos una cerveza. ¿Qué te va a hacer eso?
- Bueno. Es verano. Igual hay que entretenerse en algo.
Todo había salido de acuerdo a mi plan. Mi papá había aceptado y mi hermano ya tenía los instrumentos en casa de mi amigo. Nosotros abríamos la tocata esa noche y debíamos estar antes que todos allí. A las 8 de la noche comenzaba y ya eran las 6 de la tarde. Nada debía salir mal. Andrés y yo nos fuimos a la casa de Javier, el amigo de Fernando, el cual nos llevó en su camioneta al centro donde sería el evento. Además llevábamos los instrumentos.
- Oye, Claudio. ¿Y el Feña? - me preguntó.
- Va a traer engañado a mi viejo. Ojala que le guste la sorpresa.
- Chuta. Ojala, o si no se va a enojar con ustedes por hartos días.
- Estoy seguro de que le va a gustar.
Llegamos por fin al anfiteatro. Todo estaba calculado y mi padre no tardaría en llegar. Ya eran las 7:30 de la tarde y apareció el Fernando.
- ¿Y? - le pregunte.
- Está afuera, ni se imagina lo que va a pasar.
Apareció entonces el productor del evento:
- ¿Están listos, cabros?
- Sí, estamos listos. - Dijo Andrés.
- Vamos a la prueba de sonido entonces.
La hicimos rápido pero sin dejar pasar ningún detalle. El micrófono debía sonar fuerte para poder controlar el tono de mi voz. Esperaba con ansias el momento de aparecer, pero estaba además muy nervioso. Se escuchó la voz por el alto parlante:
- Bienvenidos al cuarto evento Metalero del verano: "Heros Made Of Steel". - Todos aplaudieron muy fuerte y gritaron. El presentador continuó:
- Son 6 tributos a las mejores bandas de Rock del mundo. Comenzando la noche, una banda emergente formada solo por 3 chicos. ¡Atención! Tributando a las leyendas del thrash estadounidense, Megadeth, ellos son: ¡Mechanix!
Eran casi 5.000 personas aplaudiendo y vitoreando fuertes. Las luces se apagaron y comencé a tocar. "Take No Prisoners" era una canción que partía con una guitarra sola unos segundos y yo fui el encargado de abrir la noche con esos poderosos riffs de guitarra. Entramos saltando al escenario con Andrés, Fernando ya estaba en posesión de la batería y comenzó el espectáculo. Había cantado antes en el colegio, pero nunca había visto tanta gente pendiente de mi y de lo que hacía. Me encantó sentirlo y me dejé llevar tratando de hacerlo lo mejor posible. Nada podía salir mal. En medio del tema traté de divisar a mi padre. Luego de buscarlo logré verlo. Estaba muy cerca del escenario. Su expresión denotaba una impresión bastante grande. Era su hijo el que estaba cantando y sus otros dos los que lo acompañaban. Se levantó y comenzó a saltar con esos otros 5.000 metaleros, disfrutando cada nota de mi boca.
Fue una noche perfecta. Ni errores de sonido ni tampoco equivocaciones de mis hermanos. Todo había salido de acuerdo al plan. Bajamos del escenario y fuimos al encuentro con mi padre. Él llorando de la emoción nos dijo:
- Estuvieron increíbles. Perdónenme, por favor por no confiar en ustedes y hablar sin saber.
- Está bien papá. Todos hablamos sin saber a veces. - Dijo Andrés.
- No te preocupes, Viejo - dijo Fernando, sonriendo.
Nos abrazó y dijo:
- ¿Y cuándo tocan de nuevo? - Él no podía contener la emoción, pero nosotros tampoco, porque sabíamos que nuestro viejo había entendido lo que hacíamos. Se había disculpado y nosotros simplemente caminamos muy felices. Ese era el momento más feliz de mi vida, porque mi padre había entendido qué cosas eran importantes para mí.
*FIN*