domingo, 17 de agosto de 2008

"Logrando Comprender"

"Logrando Comprender"





Los almuerzos en mi casa siempre han sido familiares. Sobre todo los domingos, en donde los 5 comemos y comentamos lo que ha sido nuestra semana. Ese almuerzo fue, en particular, muy tenso e incómodo. Nos habían interrumpido en nuestro ensayo y mis hermanos estaban de buen humor esa mañana, lamentablemente lo mío no era igual. Odiaba que me hablaran cuando estaba ensayando. También odiaba que mi padre llegase y nos dijera que "Dejásemos de meter ruido". No era ruido lo que hacíamos. Se llama música. Buena música. Hay muchos estilos de música y cada cual tiene su gracia. Mi padre nos dijo en la mesa:

- De ahora en adelante van a tocar a las horas que nosotros les digamos. No quiero que sigan metiendo más ruido a horas que quiero silencio.

Mi hermano mayor dijo:

- Lo siento papá, pero estábamos tocando. Y nos entretiene. ¿Por qué nos vas a quitar algo que nos gusta hacer?
- Sí papá. Nada que ver que digas eso. Si te molesta que toquemos, ¿Para qué nos compraste los instrumentos? - Dijo Andrés, mi hermano menor.
- No es que no me guste que toquen - Dijo papá - Es esa música que tocan. Si son puros tarros. No entiendo qué le ven.

Me dieron ganas de hacerlo callar. El Rock es la música más grande del mundo y la que abarca más estilos distintos. Odio que se metan con mis gustos musicales. Le dije a mi papá:

- Te aguantas, no más. Mala suerte. Esto es lo que nos gusta hacer. Espero que vayas a vernos a la tocata de la próxima semana por lo menos.
- Momentito, cabrito. No me levantes la voz. - dijo mi papá, con bastante molestia - Yo les compré instrumentos para que toquen en casa, no en tocatas. Ese es el primer camino a las drogas, el alcohol y además a las prostitutas.
- Ya te pusiste cuático, viejo. - Dijo inmediatamente Fernando, con un tono de risa en sus palabras - Si nosotros no vamos a caer en eso. Solo vamos a disfrutar de la música. Es para la gente, no para nosotros.
- Eso dicen todos, hijo. Pero hasta que no tienen una línea de coca en frente es fácil hablar.
- Papá, en las tocatas no se mueve droga. Yo nunca lo he visto y ya he ido a muchas. - Fernando se notaba más serio. - Tú nos has educado bien como para no caer en esas cosas.
- Hijo no es eso. Son las tentaciones las que matan a la persona.
- Yo sé papá, pero de verdad estate tranquilo.
- Aunque me digas eso, Fernando, no les voy a dar permiso para tocar allí. No me importa cuánto lo hayan esperado. No van a ir.
- ¡Pero, papá! ¿Qué te pasa? De verdad que no va a pasar nada.
- No insistas, Andrés, porque no van a ir.

Mi padre siempre había sido así. Muy conservador para sus cosas y yo ya veía venir esta negativa de parte suya. Es por eso que ni siquiera me metí en la conversación. Ya lo intuía. Debíamos idear un plan para poder ir a tocar. Terminamos de comer, nos levantamos de la mesa y fuimos a la pieza donde teníamos los instrumentos.
Fernando tenía 19 años. Entraba a la Universidad al terminar verano y ya no tendría tiempo para nosotros al estar allí, pues los estudios serían arduos durante ese primer año de derecho. Él alzó la voz y nos dijo:

- Hay que convencer al papá. Déjenme hablar con él, yo voy a tratar de convencerlo de que vaya a vernos para que sepa que no es tan así la cosa. - Mi hermano se tenía fe, pero yo le dije:
- Feña, hay cosas que el viejo no tranza. Ni cagando nos va a dejar. Hay que idear un plan no más para ir sin que sepa.
- No quiero engañarlo. Igual voy a hablar con él.
- Puta que eris porfiado. - Yo sabía y tenía claro que mi viejo no iba a querer ir, pero tenía un mejor plan que luego se los explicaría. Solo me limité a decir:
- Ensayemos mejor cabros. Tenemos que tocar sí o sí. - Y comenzamos.

El día de la tocata haríamos un tributo. Era un mega evento en uno de los centros más emblemáticos de Concepción. Queríamos que todo saliera bien. Éramos solo tres los que nos distribuíamos las tareas. Fernando tocaba la batería. era el más grande y se cansaba mucho más lento, además los temas eran bastante complicados.
Aún a sus cortos 13 años mi hermano Andrés era un as del bajo. Tocaba temas a ojos cerrados y lo que haríamos le sentaría muy bien. Yo comencé a tocar guitarra a los 10 años y en estos 7 que llevo tocándola cada día descubro cosas nuevas en ella. Un pequeño efecto puede hacer una gran diferencia. Nos pusimos a la carga y comenzamos con el repertorio. Eran 19 temas y nos tocaba tributar a Megadeth, una banda que hacía poco se había presentado en Chile y queríamos hacer un listado de temas muy parecido a lo que Megadeth hizo en el concierto, pero con los temas que la gente reclamó que no se tocaron y sacando algunos que no eran tan importantes. Comencé diciendo:

- Partamos con "Take No Prisoners". Es más rápida y los dejamos locos desde el principio.
- Dale. - dijo Fernando - ¡1, 2, 3, 4!

Y comenzó el ensayo. Todo era perfecto. Se nos pasó volando el tiempo y cuando ya terminábamos teníamos muchas ganas de seguir tocando. Nada podía detenernos y ya sabíamos que todo sería espectacular. Pero faltaba la palabra de mi papá. Sabíamos que nos costaría convencerlo pero le dije a mis hermanos mi idea. Ellos aceptaron y como Fernando podía manejar y tenía su licencia, nada podría salir mal, a menos que a mi padre no le gustara la sorpresa.


El día del evento nos levantamos muy temprano. Los 3 habíamos dormido poco y mi padre no tenía idea de que ese día sería la tocata. Comenzamos a prepararlo todo y metimos los instrumentos en la camioneta de mi hermano. Los llevamos a la casa de un amigo de él que esa noche se presentaría a la tocata y volvimos a casa.
La hora del almuerzo ese sábado era la indicada para comenzar nuestro plan. Fernando le dijo a mi papá:

- Viejo, salgamos esta noche. Hace tiempo que no hacemos nada.
- No tengo muchas ganas, hijo.
- Ya pues, papá. Hace tiempo que no hacemos nada. Vamos a comer un completo y tomarnos una cerveza. ¿Qué te va a hacer eso?
- Bueno. Es verano. Igual hay que entretenerse en algo.

Todo había salido de acuerdo a mi plan. Mi papá había aceptado y mi hermano ya tenía los instrumentos en casa de mi amigo. Nosotros abríamos la tocata esa noche y debíamos estar antes que todos allí. A las 8 de la noche comenzaba y ya eran las 6 de la tarde. Nada debía salir mal. Andrés y yo nos fuimos a la casa de Javier, el amigo de Fernando, el cual nos llevó en su camioneta al centro donde sería el evento. Además llevábamos los instrumentos.

- Oye, Claudio. ¿Y el Feña? - me preguntó.
- Va a traer engañado a mi viejo. Ojala que le guste la sorpresa.
- Chuta. Ojala, o si no se va a enojar con ustedes por hartos días.
- Estoy seguro de que le va a gustar.

Llegamos por fin al anfiteatro. Todo estaba calculado y mi padre no tardaría en llegar. Ya eran las 7:30 de la tarde y apareció el Fernando.

- ¿Y? - le pregunte.
- Está afuera, ni se imagina lo que va a pasar.

Apareció entonces el productor del evento:

- ¿Están listos, cabros?
- Sí, estamos listos. - Dijo Andrés.
- Vamos a la prueba de sonido entonces.

La hicimos rápido pero sin dejar pasar ningún detalle. El micrófono debía sonar fuerte para poder controlar el tono de mi voz. Esperaba con ansias el momento de aparecer, pero estaba además muy nervioso. Se escuchó la voz por el alto parlante:

- Bienvenidos al cuarto evento Metalero del verano: "Heros Made Of Steel". - Todos aplaudieron muy fuerte y gritaron. El presentador continuó:
- Son 6 tributos a las mejores bandas de Rock del mundo. Comenzando la noche, una banda emergente formada solo por 3 chicos. ¡Atención! Tributando a las leyendas del thrash estadounidense, Megadeth, ellos son: ¡Mechanix!

Eran casi 5.000 personas aplaudiendo y vitoreando fuertes. Las luces se apagaron y comencé a tocar. "Take No Prisoners" era una canción que partía con una guitarra sola unos segundos y yo fui el encargado de abrir la noche con esos poderosos riffs de guitarra. Entramos saltando al escenario con Andrés, Fernando ya estaba en posesión de la batería y comenzó el espectáculo. Había cantado antes en el colegio, pero nunca había visto tanta gente pendiente de mi y de lo que hacía. Me encantó sentirlo y me dejé llevar tratando de hacerlo lo mejor posible. Nada podía salir mal. En medio del tema traté de divisar a mi padre. Luego de buscarlo logré verlo. Estaba muy cerca del escenario. Su expresión denotaba una impresión bastante grande. Era su hijo el que estaba cantando y sus otros dos los que lo acompañaban. Se levantó y comenzó a saltar con esos otros 5.000 metaleros, disfrutando cada nota de mi boca.
Fue una noche perfecta. Ni errores de sonido ni tampoco equivocaciones de mis hermanos. Todo había salido de acuerdo al plan. Bajamos del escenario y fuimos al encuentro con mi padre. Él llorando de la emoción nos dijo:

- Estuvieron increíbles. Perdónenme, por favor por no confiar en ustedes y hablar sin saber.
- Está bien papá. Todos hablamos sin saber a veces. - Dijo Andrés.
- No te preocupes, Viejo - dijo Fernando, sonriendo.

Nos abrazó y dijo:

- ¿Y cuándo tocan de nuevo? - Él no podía contener la emoción, pero nosotros tampoco, porque sabíamos que nuestro viejo había entendido lo que hacíamos. Se había disculpado y nosotros simplemente caminamos muy felices. Ese era el momento más feliz de mi vida, porque mi padre había entendido qué cosas eran importantes para mí.

*FIN*

sábado, 16 de agosto de 2008

El Castigo Perfecto

Sentado en su computador, revisando noticias de deporte, Tomás vio que su mujer tomaba su cartera, sus llaves y se preparaba a salir. Él preguntó:

- ¿A dónde vas, amor?
- Voy donde la Érika, Tomás. No me esperes despierto. Ella está de cumpleaños y lo va a celebrar hasta tarde.
- De acuerdo. Que te vaya bien, amor.

Y corto un beso en los labios selló su despedida. Tomás parecía estar bien, pero en el fondo sabía que ella iba a juntarse con él. Con el otro. Tomás no sabía quién era ese otro, ni tampoco estaba consciente de que él mismo lo había creado con sus celos enfermizos. Desde que era un adolescente que Tomás ha sido así con sus novias y es por eso que muchas de sus relaciones terminaron. Y muy mal. No eran pocas las discusiones que había tenido con su mujer por sus celos que poco a poco mataban la relación. Si bien ella estaba harta de sus constantes desconfianzas, lo amaba muchísimo.
Tomás fue por un trago mientras trataba de imaginar la escena de su mujer con ese otro. Aún sabiendo que solo se mataba más y más a si mismo pensando en eso. Se dijo en voz alta:

- Quizás con quién esté esa huevona. Si la llego a pillar le voy a sacar la cresta... ¡La voy a matar! No puede ser que me estés cagando con otro tipo. Te lo he dado todo - Bebió un sorbo de Whiskey, ese que Martín, su mejor amigo le había regalado para su aniversario de bodas número 9. - Por Dios. Cómo puedes hacerme esto, por la cresta.

Tomás cada día se hacía más y más daño. Toda esa rabia contenida la logró soltar cuando llegó su mujer a las 2 de la madrugada.

- Estuvo buena la fiesta parece.
- ¿Por qué estas despierto a esta hora?
- Te estaba esperando. Además no podía dormir.
- ¿No podías dormir? Estás curado, seguramente no ibas a poder dormir.
- ¡Bueno, te estaba esperando! ¡Dónde anduviste metida! - Dijo con un grito seco. Su voz rasposa y grave resonó en todo el departamento.
- No me grites, Tomás. No he hecho nada malo. Estaba donde la Erika, estaba de cumpleaños. ¿Acaso no puedo ir a ver a mis amigas?
- No me vengas con eso de la Erika No te creo nada.
- ¡Eso es problema tuyo, no mío!
- ¡No me vengas a decir eso, porque sí es problema de los dos!. ¿Con quién te metiste? ¿Estuvo rico?.
- No me hables así, Tomás, por favor. No he hecho nada malo. Solo fui a visitar a la Erika y estar con mis amigas. No sigas, por favor.

Aún sabiendo que Tomás armaba el mismo escándalo cada vez que ella salía, Solange seguía con él. Lo amaba más a que a nada en el mundo, pero cada vez estaba más y más harta de él.

- Si tanto mal te hago, ¿Por qué sigues conmigo? - Dijo él.
- Porque te amo. Por favor, amor, vamos a terapia con el doctor Jeria. Te lo suplico. Quiero ser feliz a tu lado, pero ninguno va a ser feliz con estas discusiones.
- No quiero terapia. No la necesito.
Tomás ni siquiera imaginaba lo que esa terapia podía lograr. El doctor Jeria, un médico de parejas muy prestigioso y reconocido en Santiago era especialista en casos de celos y aún así Tomás no quería ir.

- Amor... sí la necesitas. Ambos la necesitamos. Quiero seguir contigo, hemos sido muy felices, pero podríamos serlo mucho más.

Tomás se levantó con dificultad, la borrachera no lo dejaba caminar bien. Fue hasta la pieza de alojados, se acostó y se durmió inmediatamente. Solange quedó sentada sin saber si debía detenerlo o dejarlo ir. Solo levantó el vaso, lo llevó a la cocina y se acostó en su cama.
A partir de ese día, Solange comenzó a salir cada vez más, y a llegar cada día más tarde que el anterior. Ella lo hacía casi al propio, como queriendo matar de celos a Tomás. Él ya lo tenía harta y ese amor que alguna vez le tuvo, se apagaba cada día más.

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De esta discusión pasaron dos años y la cosa seguía peor para los dos. Tomás cada día más muerto por dentro y Solange cada vez menos enamorada de su marido. ¿Cómo es que una pareja que duerme cada noche en la misma cama puede estar a tantos kilómetros de distancia uno del otro? Era difícil saberlo, por lo menos en su caso. Tomás y Solange eran la pareja perfecta ante las amistades y comidas, pero en casa se hablaban poco y rara vez tenían una vida íntima.
Aún con esos celos enfermizos, Tomás nunca había llegado al extremo de seguir a su mujer o al de hacerle la vida imposible, pero poco a poco esto empezó a ocurrir. Cada uno tenía su auto y no era difícil hacerlo. Tomás estaba cada día más convencido de que su mujer tenía un amante. Su trabajo como policía le hacía fácil estar las 24 horas del día alerta a lo que pasaba.
Ya eran constante las escapadas nocturnas de su mujer y Tomás estuvo cerca de dos meses ideando un plan para encontrarla con las manos en la masa. Él ya sabía que ella se veía a escondidas con otro tipo, pero simplemente se hacía el desentendido y lo dejaba pasar, esperando ese gran golpe, en el que la encontraría in fraganti.
Una de las tantas noches, ella salió en su auto y estacionó cerca de un Motel a las afueras de la capital. Tomás la siguió en taxi para no levantar sospechas. Al tiempo que él veía de lejos observaba que muchos autos entraban y salían. Cuántas personas estarían all engañando a sus mujeres, a sus maridos y éstos sin saberlo. Tomás se puso en el lugar de todos, aunque según él ya lo estaba y le dijo al taxista que lo llevara de vuelta a casa. El taxista le dijo:

- Veo que tiene problemas.
- Creo que acertaste...
- Ni se imagina la cantidad de gente que nos pide que sigamos autos. Muchas de esas persecuciones acaban aquí: Moteles, Bares, Hoteles y cantinas. Algunos entran, otros se quedan en el auto y van a casa, como usted.
- Ni te imaginas lo que estoy sintiendo ahora.
- Si me lo imagino. Ya pasé por una situación parecida hace años. Estoy separado.
- ¿Y estás bien?
- Sí, fue hace años. No me aproblema hablar del tema.
- ¿Cómo terminó?
- Buena, la fotografié y entregué esas fotos en el juicio de divorcio. El juez me encontró razón y me quedé con la custodia de mis hijos. Le pegué donde le dolía.
- Supongo que tiene razón. Yo no tengo hijos, pero ¿sabe algo? Le pegaré mil palos, sin tocarle ni un solo pelo.

Dejaron de hablar y en poco tiempo estuvieron en casa. El taxista se despidió:

- Bueno amigo. Llegamos. Ahórrese la carrera, no se preocupe.
- Muchas gracias, señor...
- Martínez. Francisco Martínez es mi nombre.
- Mucho gusto, Tomás Valenzuela.
- Espero que todo le salga bien y mucha suerte. Por favor, no cometa una locura.
- Tranquilo, mi caballero. Todo va a salir como yo lo deseo.

Tomás se bajó y le hizo señas con la mano. Subió hasta su departamento y se sentó ideando su plan de venganza. Ya no eran pocas las veces que la había seguido y solo la había divisado de lejos. En ese momento se le ocurrió una idea. Sabía las consecuencias de ésta y simplemente se dejó llevar, ya que luego no tendría que pagar por ella.
Dos noches después de pensada su idea, Tomás tomó un arma. No era difícil conseguirla, pues debía llevarse el revolver a casa luego del trabajo. Bajó las escaleras y detuvo al primer taxi que pasaba por la calle.

- Siga a ese auto, por favor.
- ¡Ja, ja, ja! ¡Persecuciones! ¡Siempre quise que me dijeran eso!
- Pues hágalo.
- ¡Cómo no!

Y partieron en busca del auto de Solange. Un Peugeot del año color azul marino era difícil de identificar de noche, pero afortunadamente para Tomás, no lo perdieron de vista. El auto entró a un antiguo pero frecuentado Motel de la capital y como el Taxi no podía hacerlo, Tomás se bajó del auto y entró a pie. Le dijo al guardia que lo estaban esperando y que luego llamaría a un taxi para que lo fuera a buscar. Esperó afuera unos minutos pero logró ver el momento en que Solange entraba a la cabaña 7 del motel.
Tomás estuvo afuera casi 30 minutos, los suficientes como para que Solange ya estuviera en el lecho de su amante. Tomás fue hacia la cabaña y abrió la puerta silenciosamente. Él solo pensaba en sorprenderlos y que ella quedara impactada con su presencia. Los gritos de placer de su mujer se escuchaban desde el living de la cabaña. Tomás logró identificar el cuarto en donde todo se desarrollaba. Estuvo cerca de 10 minutos parado en la puerta preguntándose cómo su mujer podría haberle hecho eso. Tomás solo lo pensó un poco y entró. La vio a ella agitándose sobre su amante y se quedó observándolos. Ella se dio vuelta por la mirada fija de su amante y vio a Tomás parado en el centro del cuarto, frente a la cama. Ella se sentó en la cama y su amante también, ambos consternados por esta inesperada y extraña visita.
Tomás sacó el revolver de su cinturón y apuntó al amante de Solange. Pasó así un tiempo mirándolo a los ojos y luego desvió el cañón hacia su mujer. Ella solo respiraba agitada y nerviosamente. Tomás se quedó casi un minuto así, en silencio y pegado a su mujer. Nadie podía decir nada. No había palabras que decir. Tomás los miró a ambos y se llevó el cañón a la cien y apretó del gatillo sin pensarlo. Su cuerpo sin vida yacía en el piso de la cabaña en donde su mujer consumaba su infidelidad. Solange quedó sin palabras, absolutamente choqueada al ver las sábanas y las paredes manchadas de sangre. Ese era el justo castigo para una mujer que se burló casi dos años de su marido. ¿Por qué no decir la verdad cuando se puede? Ella escogió el camino más difícil y el más doloroso y gracias a eso, todo acabó así. Por lo menos ella aprendió a nunca más jugar con los sentimientos de sus seres queridos.


*FIN*

"Un Mal Final"

Llegué a la comisaría a las 3:47 de la mañana, aunque estuve hasta las 4 sentado en mi auto avergonzado de entrar. Aún en mi carro, comencé a recrear todo lo que había pasado para que no se escapara ningún detalle de lo que iba a decir.
Ella me había respondido mal en medio de una discusión y solo me digné a cerrar la puerta dejando nuestra conversación inconclusa. Me dijo que me amaba tratando de evadir el tema, pero no hice nada. La verdad es que fue mi mente la que no quiso escucharla. Salí de casa y sólo manejé sin rumbo, sin bajarme de mi antiguo y plateado Honda en los primeros 40 minutos de conducción sin destino.
Al llegar cerca de casa bajé, comí un Hot Dog en la esquina donde siempre le compro y converso con don Carlos y recapacité sobre las cosas que dije. Al volver a casa la encontré llorando en los brazos de Felipe. Vi que con toda malicia el trataba de besarla y tocarla, por que solo esperé en la puerta a ver que sucedía.
- ¡Siempre es lo mismo, Felipe! ¡Me trata como un perro! Sale quizás dónde y no vuelve hasta la madrugada. Es de cada vez que discutimos, estoy harta.
- ¿Cuántas veces te he dicho que ese tipo está loco? Debería irse de aquí.
- No hables así, es mi marido.
- Pues muy mal marido escogiste, Karen.
Vi que se la acercaba lentamente y le decía:
- Cuantas veces te di mi mano y no la tomaste...
Felipe le dijo unas palabras que ni a mi mismo en mi época de cortejos se me habría ocurrido pronunciar. Ella sonrió dulcemente, mirándolo a los ojos. Luego lo besó. Sentí un fuerte apretón, un desgarro en mi pecho. Solo recogí las llaves y salí lo más callado que pude. No me importaba si ella tenía sexo con él, así que les di el tiempo prudente para volver y encontrarla durmiendo y eso fue exactamente lo que sucedió.
La vi acostada, con el maquillaje dispersado por las lágrimas. ¿Que habrían hecho?. Fuese lo que fuese, no me importaba. Fui por un whiskey para calmar mis ansias y un cigarro para calmar mis nervios y lo vi todo muy claro. Ella no era lo que yo necesitaba. Tomé ese mp3 que mi hijo me regaló antes de partir a España y comencé a escuchar música. Todavía a mis 39 años no sabía como usarlo bien, pero si sabía que el rock me relajaba y me daba ánimo. Quise tomar mi guitarra pero la hora no era prudente. Comenzaba a tararear las canciones sin darme cuenta y ella despertó por el ruido.
- Quizás a qué prostíbulo te fuiste a meter...
- Déjame solo, por favor.
-¿!Ahora dices eso, después de pasar quizás por cuantas putas!?
- Solo déjame, no quiero seguir. - contesté con tono suave. Era cierto lo que decía. No tenía nada de fuerzas para discutir. Ella se acercó y me dió una cachetada. No recuerdo que alguna vez otra mujer me hubiese pegado tan fuerte.
- Eres un asqueroso. ¡Maricón de mierda! ¡La concha de tu madre!
Comenzó a golpearme el pecho con los puños. La tomé por las muñecas y la lancé hasta la mesa de centro hecha de vidrio que se quebró en mil pedazos.
- ¡No vuelvas a tocarme, perra asquerosa! - Le dije. Se levantó con dificultad. Llorando. Esas lágrimas ni siquiera me lograron conmover. Solo quería que se alejara. No era tanto pedir.
- ¡No me pongas las manos encima! - Continué - Maldito día en que decidí casarme contigo. Esto estaba muerto hace mucho tiempo.
- ¿Qué he hecho yo para que me trates así? - Dijo ella, con un dejo de dolor bastante notorio.
- Había vuelto para conversar, pero te encontré con Felipe arrimado encima de ti. Y no hiciste mucho por detenerlo, que digamos.
- Estaba mal...
- ¿Y las otras veces que estás mal, haces lo mismo?
- Creo que conoces la respuesta... ¿No?
Esas palabras colmaron mi paciencia. No daba crédito a lo que oía. Mi propia esposa engañándome cada vez que discutíamos. Yo nunca le había sido infiel a ella pero saber que ella cometía constantes actos de indiscreción, hizo que toda la furia que había contenido esa noche y todas las otras se fuera a mis brazos. La golpee en la cara tan fuerte que la palma de mi mano quedó roja.
- ¡Qué hiciste, huevón! - Me dijo, roja de ira.
- Te vas a arrepentir de haberme dicho eso.
Nada de lo que diga ahora podría remediar lo que hice. La tomé por el cabello y la llevé a la cocina. Comencé a golpearla cada vez más fuerte. Ni siquiera podía sentir sus gritos. Solo escuché un: ¡Por favor, no! , pero aún así no me importó. Tomé un chuchillo cocinero y traté de cortarle el cuello pero logró escapar a otra pieza. La seguí.
- ¡Sal de ahí! ¡A ver si tienes los cojones de decirme todo de nuevo!
- Por favor, ándate, huevón. ¡¿Qué Estay haciendo?!
Pateé la puerta tan fuerte que dio un rebote en la pared y se volvió a cerrar, pero pude abrirla con las manos.
- Nunca más vas a volver a hablarme así. ¿Me oíste? - Ella comenzó a llorar desesperada pidiéndome por favor que no hiciera nada. Me dijo:
- ¡Piensa en tu hijo, huevón!
El cuchillo estaba en mi mano, cubierto de sangre que era mía, pues me había hecho un corte en la mano forcejeando con ella.
- Él no tiene nada que ver en esto. La culpa es toda tuya.
Y la apuñalé en el estómago. Ella no gritó, solo miró la herida y me miró a mi, pero no me detuve. Seguí hasta que me cansé de acuchillarla, incluso cuando ella estaba ya muerta. Me senté en el suelo al terminar la faena. No daba crédito a lo que había hecho y lloré sobre su cuerpo sabiendo que estaba en serios problemas.
Me levanté del piso y la tomé en mis brazos. Abrí la bañera y la metí dentro con agua caliente para lavar la sangre de su cuerpo. Comencé a bañarla y a vendar las cerca de 15 puñaladas que le provoqué. La sequé y la rocié del perfume que a ella más le gustaba. La puse en nuestra cama y me puse a su lado, sin dejar de llorar.
! Todo estaba listo! Ya sabía lo que le diría al paco que me recibiera, así que bajé del auto y me dirigí hacia la comisaría para contar mi horrible crimen.

viernes, 15 de agosto de 2008

Solo Lean

Solo lean, amigos. Dense el tiempo de leer y de interpretar. Tomen un libro, léanlo hasta que su vista se canse. Tomen otro libro y hagan lo mismo. Nunca se cansen de leer. Es la mejor arma para la comprensión. Siempre lo necessitarán.
Saludos, TNS2